Descripción de Hoja en blanco - Santa Marta. Compartir no es piratería, es promocionar el arte literario del autor. Comprá el original. Estupendo! ahora puedes escuchar de la mejor musica gratis mp3 y DESCARGAR MUSICA Santa Marta Hoja En Blanco Mp gratis, en esta pagina la musica. Fue imposible sacar tu recuerdo de mi mente fue imposible olvidar que algún día yo te quise tanto tiempo paso desde el día que te fuiste allí supe. El hombre y el frío 1 Guarapo. El total de las importaciones y exportaciones se eleva cuando mucho a quince millones de francas por año. Como todos los extranjeros que visitan 'a Santa Marta, me sentí embriagado desde los! Para conocer lC? En esta exp'anada afortunado y sobr! Bajo nuestros tristes climas del norte, durante la estación del invierno, muchos actos de lo vida causan un verdadero sufrimiento. Por la mañana, sobre todo, se necesita hasta energía para abandonar la cama. En el momento de despertar, estón los miembros dulcemente envueltos en cobertores como con una triple atmósfera dp. En la alcoba al contrario, todo parece contraído por el frío; cristales de hielo cubrp. Entonces que no tienen o su disposición todos los recursos del confort deben alzar repentinamente sus calientes cobertores, saltar al piso helado de la alcoba, sumergir la cabeza y las manos en agua fría: agitarse en seguida con desesperados movimientos y abandonar toda reflexión durante fa consumación de esta especie de suicidio. Los sibaritas prolongan su sueño! Ven con espanto que se aproximo el- momento de levantOise. Solamente los hombres verdaderamente valerosos se levantan con gozo, experimentan placer 01 sentir el agua helada que corre por el cuerpo y los penetrantes caricias del aire exterior que hace uno irrupción repentina por la ventano entreabierto. Este valor puede provenir también de -la necesidad, y es al agua fría, 01 soplo helado del invierno, que debe quizós atribuirse en gran porte lo constante fuerza, lo tranquilo resóiuCión de los hombres del norte. El que arrostro el frío puede también arrastrar el coñón. Los vagos oramos de los flor"s Que se entreabren vienen a inundar lo 1 Annona muricato. En medio de esto naturaleza que se despierto el la vida con tonto amor, es imposible no revivir uno mismo con todo el ardor de su ser; en lo ribera de este mor ton bello o los :orimeros rayos del sol. Al amanecer, ge"tes de o pie y de o caballo llenan los cominos Que conducen 01 pequeño río Manzanares, nombrado así por las conquistadores en canciones de santa marta hoja en blanco del riachuelo de Madrid; y codo uno escoge una ensenada sombreado poro el baño matinal. Las ciruelas de los trópicos cubren el terreno, las emanaciones de los flores entreabiertos y de las maduros frutos, se esparcen en el aire. Después de algunos minutos de este baño delicioso y vivificador, se sube la ribera y en seguida las gentes se dispersan 01 ocaso de los huertos vecinos. Así se pasan los primeras horas de lo moñona en Santo Marta. Uno gran parte del día se 'emplea en dormir la siesta, al menos los hombres 1porque las mujeres, activas en todos los países del mundo, 1 Ha obstante el respeto que por su gran i1ustraciÓI1,sus vastos te. U'10 excurs'ó. La ceso llJe había tomcdo en arrendamiento por lo módicQ sumo de veinte francos por mes era e'pac;o'a, bie. Extraniero c1esemborcac1aopenos. Algunos jóvene". Una ""O que desde luego me llamó lo atención. Siemored;cho50S y alegres no hacen consistir su glorio suprema en rcore5cntar el papel de héroes ridículos; viven joviolmente. Se expresan con elegante facilidad V se e! Ade,-nos de! Avióos ti", conccr todo lo que pertenece al extraniero, adquieren cierto educación superficial que les. En Luisiana, un director frances. En la Nuevo Granado. Basta mostrarles confianza poro que inmediatamente froten de justHicarlo por su actividad. Los cualidades de los criollos granadinos son numerosas: si',Slilles puede. Era un mulato de diez y ocho años apenas, y había tenido tiempo de adquirir una instrucción sólida. Esta conquista tiene alga de heroica; es sin duda, la mós digna del hombre, pero es solitaria, por decirlo así, y no presta su poesía a nada de lo que le rodee. Los almas vibran de concierto con la gran alma de Id tierra. Los ministriles tocan con una especie de furia sus destemplados ritornelos, recostpdos en muebles forrados en zaraza, y no descansan sino de hora en hora para apurar de 'prisa un. Entro el que quiere, sea para bailar, sea para tomar canciones de santa marta hoja en blanco los refrescos que circulan a expensas del dueño de la caso y de sus. Se distinguió por su indo. J: proteger lo retirado canciones de santa marta hoja en blanco ejérclto. Jches de eS! Js Aueve cl1os. EI cielo cuvos estrellas brillan con una c1aridad cuatro veces mayor que en la zona tempi ada t 1 esrc casi siempre sin nubes, y se puede contemplar en toda su extension el flamigero area dela via locteo. La luz zodiacal, que muchos cstronornos americanos pretenden ser un anillo semejante 01 de Saturno, redondea su. A cada instante estrellas errantes mucho mas voluminosas en apariencia que las de n. Esta circunstancia y el numero y volumen de las estrelias errantes, me parece que dan un gran peso a la opinion de los sabios, que no ven en estos meteoros otro coso. En efecto, en ninguna parte fe,rmenta tantas materias corrompibles como en las lagunas de las selvas troplcates, y los gases que de elias se levantan pueden formar sin duda alguna, verdaderas nubes en las regiones superiores de la atmosfera. Otra coso contribuye tcmblen a aumentar la influencia casi embriaglildora de las naches troplccles en el organismo: los perfumes de los "'. Las flores de cado especle se abren unas despulis' de otras, y derroman en el aire el olor especial que las distingue. Imitando o L!! Spyx y Mortlys, los. Dirigí mi primero correría hacia el promontorio que cierra del lado del norte los salinas y el puerta de Santa Marta, cuyos escarpadas cimas dominan atrevidos los ondas. Gracias a uno estrecho barranca abierto por las aguas de los lluvias en les rocos de pizarra, pude subir, no sin trabajo, hasta el punto culminante de ia colina. El viento se hace sentir siempó6 cen une fu",r. Este trabajo, que, poro sC! Este fue un golpe de teatro;- los mastines se detuvieron moviendo la cola en señal de afecto, y se echaran a mis pies. Este cambio repentino equivalió para mí, lo confieso, a lo lectura de un largo artículo de historia o de filosofía. Media hora después llegué al fuerte de San Carlos, cuyos bastiones se levantan sobre la roca al través de la playa. Para subir por en medio de las piedras que ceden al poner el pie en ellas, corriendo o cada instante el riesgo de perder el equilibrio, es necesario colocarlo con la mayor prudencia entre las espinos e introducir delicadamente el cuerpo por debajo de los troncos y de las ramas de los cactos canciones de santa marta hoja en blanco. A fin de conocer mejor el aspecto general de estas montaños en Que deseaba establecerme, y familiarizarme al mismo tiempo con los peligros Que presentan, resolví internarme en la montaña 1y subir tanto cuanto me fuese posible por los floncos de lo Horqueta. UNA HOJA EN BLANCO - LOS google.comTodos aquellos a Quienes pedía algunos dotas sobre esta montaña, procuraban amedrentarme con la descripción de una multitud de peligros imaginarios: uno me habló de serpientes y tigres; un indio, fuerte en aritmética, pretendió' persuadirme de que había una treintena de estos animales, catorce machos y diez y seis hembras, correteando por los pendientes de ta Horqueta. Otro me aseguró Que existía en los vallcs superiores una tribu de salvajes Que tenían la costumbre de asesinar o ios extranjeros por medio de flechas untados del veneno del curare. El que salvaba ia primera garganta, me deda él, debe desafiar torrentes de lluvia Que descienden del cielo como verdaderos cataratas. Yo temía poco los sortilegios; pero en lo ausencia de guías no podía pretender descubrir sola los desfiladeros practicables y los senderos abiertos por el tapir al través de los montes y de los malezas. En Santa Marta, ni un solo hombre, blanco, nogro o zambo, había penetrado en lo sierra hasta la base de lo Horqueta. Cuarenta días antes de mi llegado, una docena de hombres abastecidos de provisiones y armas, ha 1 Selva virgen. En casi todas las antiguas cartas francesas de la América, "montaña" ha sido traducida erróneamente "montagne". Presumo que este gran viajero designó así a la Horqueta. Pregunté sencillamente dónde estaba situado Banda, pero se me miró can aire de admiración. Doblemente admirado de esta aserción contradictoria que negaba la existencia de habitantes en las pueblos de la Sierra y afirmaba al misma tiempo que los chinos estaban establecidos en. Este nombre, como el de indio, evidentemente impuesto o los indígenas de la América par los canciones de santa marta hoja en blanco conquistadores, es una nueva prueba de que los españoles estaban firmemente persuadidos de que habían descubierto las costas orientales del Asia. Cristóbal Colón creía que las costas de Veraguas, cerca de Portabelo, estaban a nueve jornadas de marcho de la embocadura del Ganges. En el embc:razo de la decisión, se les dieron ambos nombres: el uno ha sido adoptado en Euro:. Por largo tiempo las castellanos rehusaron el título de hombres o los indígenas y los trotaron como bestias. Poco a poco los negros y mulatos, con su presunción natural y la potencia de similación que los distingue, han formada resueltamente entre la gente. Jésima "art: d:- la población granadino. El deseo de ver esos chinos no podía menos que aumentar mi ardor poro realizar lo excursión a La Horqueta. Mi amigo Ramón Díoz ofreció acompoñorme hasta Momotoco, pueblo de indios situado o una legua de Santa Marta, sobre la ribera izquierda del Manzonores. Por allí, durante las fuertes crecientes, el Manzanares derrama sus aguas y amenaza a ie dudorl de Santo Morta. En cade una de estos inundaciones, arrastra consigo enormes cantidades de arena Cl. Mós olió del río, que se atraviesa a vado, el camino es excelente, y se! Verdadero caballero me mostro y puso o mi disposición sus herramientas, sus instrumentos y hasta sus vestidos; pero olvidó presentarme a su mujer, india despavorida, cuya desordenado cabellera flotaba al viento como los crines de un caballo. Ante los extranjeros lo muier del piel-roja de la Sierra, es siempre una esclava mudo. Los piratas bretones nanteses que antes espumaban el mor' de las Antillas y que dejaron tan sangrientos recuerdos en las costas de Colombia y en lo Améria central, solamente canciones de santa marta hoja en blanco contra las fragatas, las plantaciones, los ciudades españolas, y en sus expediciones tomaban frecuentemtnte a los indios por compañeros en los asesinatos y el incendio. De aquí sin duda, p. A pesar mío, vine al cabo de muchos años o tener alguna solidaridad con los antiguos piratas de lo isla de la Tortuga. Así como los otros tribus de la Canciones de santa marta hoja en blanco Nevado de Santo Marta, todos conocidas con los nombres de sus pueblos, Gaira, MamatDco, Mosinga, Tagango, lo tribu de los bondas desciende del antiguo pueblo de los Toironos, quienes, o la llegado de los español. Sin embargo los indios, atacados nuevamente, cedieron al fin ante la disciplina y las armas dp. No han entrado aun en la corriente de la vida civilizada, como sus hermanas de los Estados de Santander y Boyacó, y sin embargO no viven ya en su fiero y salvaje libertad antigua. No hablan siquiera lo lengua de sus padres, y desde la guerra de la independencia, que los transformó en soldados 'J ciudadanos, han perdido el sentimiento de la patrio loco! Joro adherirse a lo gran patrio granadina. Los caciques de los indios de la Sierra han tenido siempre uno autoridad libremente consentida por los miembros de la tribu; pero antes podían juzgar todas las causas y pronunciar todas los sentencias de uno manera absoluta y sin apelación. Hoy las caciques no son en realidad sino simples jueces de paz, y todos los negocios importantes deben pasarse al tribunal de Santo Marta. Si él hubiese sido juzgado en su tribu, no habría sido conde. Cada pueblo tiene su moral: a los ojos de los otros bandos, Zamba wlomente había cometido una falta, y cuando volvió del presidio, no había perdido nada en lo estimación de sus compañeros. A pesar de las apariencias, fa religión de los indios de la Sierra, difiere igualmente de la de los samarios. Es verdad que ya no adoran el Sol: en general, tienen también en su coboño uno pequeño imagen de la Virgen, fija a una vigueta con un alfiler o con un clavo; pero esta imagen no bosta paro hocerlos católicos. Esta doble cima, es lo grande, la temible diosa de todas las tribus que viven a su sombra; es ella la q'ue arranco las nubes al cielo paro cañirse lo frente, es eHo' la que vierte los torrentes en sus gargantas y sus valles, ella la que bramo con lo canciones de santa marta hoja en blanco d2 los tempestades; lo explanada que se extiende a sus pies es fertilizada por sus lluvias y sus arroyos. Después de su vuelta del presidio, Zambo Simonguama había tenido tiempo paro hacerse industrial y montar un pequeño trapiche. Duronte los pocos instantes de repaso que me dejaba su solícita hospitalidad, troté de examinar en detal todos sus aparejos de fabricación. Esto marmita, sostenida por algunos ladrillos, descansa en uno hornilla cavada en. En todas los veinte y cuatro horas se vacía lo miel de la marmita en una cubeta choto, en lo cual se condenso lentamente; en seguida se carta en ponelas, pequeños panes rectan 1 Nombre de las cuatro calderas por las cuales debe pasar el jug'3 de la coña sucesivamente antes de sacar el aguardiente. C;ucede frecuentemente canciones de santa marta hoja en blanco los ind. Mis gracias expiraron en los labios, y fue con verdadero horror que solté sobre mi lecho. Aquello noche fue poro mí muy poco agradable, lo confieso, pues me parecía o coda instante que otro escorpión iba a enterrar un dardo en mis cornes. Ofreció 01 mismo tiempo conducirme hasta Mosingo, pueblo situado en lo cima de un terraplén muy elevado, desde donde se disfruta de uno vista admirable sobre el mar y la explanada de Santo Marta. En efecto, apenas dirigí mi petición 01 caporal o cacique de los indios de Masinga, canciones de santa marta hoja en blanco éste me presentó un joven que, decía él, podía lJevarme por todas portes del mundo. Me apresuré o orreglarme con este guía incomparable y partimos inmediatamente. El guío que hasta allí había marchado con poso firme, daba señales de inquietud; había llegado evidentemente al límite de ese mundo que conocía ton bien, y llegó mi vez de conducírlo a él. Sus bordes estaban sómbreados por una vegetación de tal manera canciones de santa marta hoja en blanco, que para avanzar era mós f6ci deslizarnos de rama en rama como monos, que arrastrarnos por el suelo. Al mismo tiempo se formaba uno tempestad amenazadora sobre nuestras cabezas. Toi comO 56 ma hebía predicho en Santa Marta, los sortilegios del diablo obtuvieron lo victoria. En pocos segundos, el ojo picado estaba enteramente cerrado, y el otro no dejaba pasar lo luz sino o través de una abertura estrecha. Apenas veía, y me dejé deslizar trabajosamente de piedra en piedra, cuando de repente me encontré sumergido en el agua hasta medio cuerpo, en el fondo de un pequeño pozo cavado en lo roca al lado dGluno cascada bramadara. Mi huésped me puso inmediatamente una compresa 1 Montecillo de canciones de santa marta hoja en blanco, desnudo de toda veget'oción por la intelll- perie. En pocos minutos me sentl completamente curado. Yo no podIo pensar en uno asocioción con estOs agricultores, bravos gentes que viven sin ninguna preocupación par el porvenir, y pasan su vida, demasiado perezoso por otro porte, en disputas con motivo de os conductos de irrigación, frecuentemente estancados en provecho de uno solo. El agua, este elemento tan necesario paro las plantas, corre murmurando por pequeños acueductos distribuidos a lo largo de los canales de servicio; órboles gigantescos arraigados 01 borde del río balancean sus hojas, de un verde oscuro, por encima de los vastos campos de caño; en el huartc de donde se escapan aromas que pudieran llamarse irritantes, se ven innumerables arbustos cubiertos de flores que se abren extendidos o chorreon en forma de cascada sobre las romas inclinodas; por todos portes lo naturalezo, como madre generoso, do productos magníficos' sin mayor trabajo. La hoc1enda controsta con lo exuberante vegetación quel". Los edificios de explotación se encuentran en mal estado; los pdtios estan desempe. Fue en San Pedro. Minca, llamado así por una tribu de indios que en otro tiempo habitó esto pdrte de lo Sierra, es uno de los m6s antiguos plantaciones de café del Nuevo M1. Cuando uno se inclina sobre el estrecho sendero en que est6 como suspendido poro miror el fondo del valle, solamente diviso un abismo de follaje, una mezclo inextricable de troncos, bejucos y hojQs. Hubo un momento en que no pude darme cuenta del paisaje que me rodeaba: me parecía a las veces que cruzaba por un puente de verdura echado sobre un torrente, cuya agua escuchaba mugir a una gran profundidad; pero los órboles que se levantaban a la derecha e izquierda tenían tantas guirnaldas de parósitas en flor, las entradas del puente estaban canciones de santa marta hoja en blanco de tal manera por los grandes arbustos entrelazados, que no pude saber si era debido al trabajo del hombre, o si era un arco abierto en los rocas por el torrente. Hoy de los indios mincas solamente queda el nombre y este camina monumental, 01 iodo del cual los españoles trazaron su sendero cortado por barrancos, De la cima de una roca escarpado que atraviesa el camino, se descubre repentinamente la plantación de Minca, extensa clara que la selva circunda por todas partes con sus toldos de verdura. Hay un puente sobre el torrente de Gaira y en seguida una calle de naranjos conduce a la habitación principal, situada a seiscientos metros de elevación, a media pendiente de un contrafuerte de la Horqueta, que domino una garganta inculta que se redondea canciones de santa marta hoja en blanco semicírculo 01 pie de la montaña. Cuando me presenté en persono al copotn FortunCJto, el valiente hombre se aferró verciaderomente por 'mi llegado inesperada, y con gran trab.! Ordinariamente los visitadores llevan los viveres paro no verse reducidos Q tomar por todo alimento algunas tazas de café t 1. Daban su trabajo diario casi gratuitamente, Y estuViera o no presente el dueño, na dejaba de. Cuando fue devuelta la libertad O los esclavos, IClS lrnosculdoron de no cafl1biar nado en su sistema de agricultura, y siguieron eScrupulosamente sl. Jugar de transportarse o sus propiedades, de supervigilor ellos mismos el trabajo, descorgaron en un copataz el trabajo de buscor peones, de arreg. En un país como la Nueva Granada, donde cada hombre libre puede tener un dominio, donde las exigencias de la vido material reducidas c. Estos italianos pason en el far aiellte m6s absoluto los tres meses de su compromiso, V. Allí se han entregado al cultivo del tabaco y de los órboles frutales cerco de cien familias europeas en el espacio de C1latro o cinco años; y bajo el solo impulso del trabajo libre, este punto ho venido o ser el centro agrícola mós importante de las costas de lo Nueva Granada. En uno hamoco suspendida de largos cuerdas o las soleros del techo, se balanceaba un anciano de severa fisonomía, leyendo tranquilamente un periódico. Demasiado político para preguntarme el objeto de mi paseo, se apresuró a prevenir mi curiosidad refiriéndome cómo había venido a establecerse en un rancho perdido en medio de los selvas. Habiendo heredado hacía algunos meses apenas, un territorio de muchos leguas cuadradas, el señor Collantes, inspirado repentinamente, había tomado lo resolución, bien extraña a los ojos de sus amigos, de ir o cultivar uno parte de su vasto dominio. Dos o tres dios bastaron paro que el rancho se levantara en medio de las cenizas; la hamoca fue suspendida en él; y Collantes se insfaló allí como canciones de santa marta hoja en blanco un trono. Comía con sus peones, bebía con eU! Verdadero filósofo el anciano, no pedía mós para ser dichoso. Podía elegir lo vio de tierra o lo de mor: lo primero me parecía in11 Rozo. En lo Nuevo Gronodo lIomon osí o 1 Cuotro reoles. Ademós lo marcho habria sido horriblemente penoso. Frecuentemente hoy que elegir el momento preciso en que lo se retiro poro lanzarse en el agua hasta medio cuerpo y rodear así lo extremidad de un promontorio. Si se vacilo un solo instante, lo ola vuelve canciones de santa marta hoja en blanco por encima del viajero y lo arrojo en medio de los piedras esparcidos o lo gopea contra el barranco. Veinte ríos desembocan en el mor entre Santo Marta y Riohacha. En tiempo de sequedad, lo mayor porte derraman sus aguas en lagunas pontonosos separados del mor par un cordón litoral; pero durante lo estación de los lluvias, se obren o través de los arenas numerosos bocas siempre cambiantes, y algunos veces los carreístos en su marcho de tres días, tienen que atravesar mós de cien brazos de agua corriente. Cuando estos ríos son muy profundos, se puede seguir lo borro marcado por lo línea blanco de los oojos; pero marchando sobre lo arena que cede con los pisadas, es necesario no olvidar que es preciso dar mochetozos o diestro y siniestro poro espontor los monstruos, cocodrilos y tiburones, que pueden encontrarse o los imediaciones. Si el agua estó muy profundo o lo corriente muy canciones de santa marta hoja en blanco poro poder posar o vado, uno se amarro sólidamente debajo de los brazos dos vejigas o bolsos, poro conservar lo cabezo y el pecho fuero del agua, y, sable en mono, se atravieso así lo embocadura. Son siempre tres, con el objeto de poder intimidar o los jaguares; el uno conduce o lo espalda lo valija de lo correspondencia; el segundo va encargado del soco de provisiones y el tercero se le confíon los armas y los vejigas. Codo viaje es remunerado con veinte franlOos poco mós o menos. Durante toda la travesía, esta nube movible nos quitó lo visto del panorama de los cerros, Y pora abreviar los horas, me vi obligado' o recurrir a mi pequeño biblioteco. Cuól no fue mi sorpresa cuando al dÍlrir mis libros, 01 parecer intactos, los encontré casi sin fajas como cajas cuyo canciones de santa marta hoja en blanco se hubiera v lciado. Riohacha, 01 contrario, es uno ciudad distinta, y lós objetos de estudio se presenton allí en tropel. Puesto ayom:ado de la civilización granadino; estó seporada de ias tribus sal. Antes de despedirse de mí, el capitón de La Margarita me instó vivamente poro que diera lo preferencia a la posado el Palacio verde. Yo estaba yo acostumbrado a los exageraciones de lenguaje; el pomposo nombre de Palacio Verde me hizo suponer balcones elegantes, grandes arcadas mariscos, espesos bosques de palmeras y fuentes de aguas murmuradoros en medio de los flores. Llegué pronto al lugar designado, miré cuanto me fue posible, y solamente vi una sencillo casita boja con cinco o seis ventanas de hojas verdes que le habían valido sin dudo el sonoro nombre con Que lo había bautizado el propietario. El Palacio Verde servía alternativamente de colegio y de albergue; cuando yo me presenté, estaba ocupado por una quincena de muchachos que, boja el pretexto de aprender o leer, retozaban alrededor de las mesas y se subían sobre los bancos. Desplegó para recihirme maneras parisienses que contrastaban singularmente canciones de santa marta hoja en blanco su troje, y me presentó, uno tras otra, o los miembros de la sociedad, todos compatriotas: era uno verdadero colonia de franceses llevados por la casualidad a esa playa lejana. Yo era allí, en aquet momento, un representante de la patria, y como tal, no me pertenecía ya Q mí mismo; hablo posado o ser lo propiedad de mis nuevos conocidos, Que habian adquirido el derecho de obrumarme o preguntas. No sucede lo mismo con el inglés: éste es m6s exclusivo en 'su patriotismo; él es para sí mismo SU propio pals y puede pasarse sin hermanos. En cuanto a los alemanes emigrados, la mayor parte de entre ellos se despojan de su nacionalidad como de un vestido, y a veces afectan despreciarse mutuamente en presencio del extranjero. El circulo francés de Riohacha se reunía todas los noches en lo puerta de la casa del ingeniero Rameau, o en el patio de lo del vice-cónsul. Mi huésped el ingeniero, o para hablar m6s modestamente el albéitar Rameau, era todavía el hijo de París, y su carócter no hobla cambiado nado después de su llegada a Riohacha. Cuando dejó la escuela resolvió casarse, y haclo algunos meses que lo canciones de santa marta hoja en blanco verificado, cuando en un café se encontr6 con un alegre negociante del Havre encargado por sus corresponsales de Riohacha, de remitirles por el próximo correo un ingeniero que supiera hacer un pozo artesiono. El negociante le propuso el negocio a Rameau, El joven marido vaciló 01 principio; pero lo tríplll perspectiva de visitor el Nuevo Mundo a costo f1e uno compañía, de ganar una suma considerable y de merecer el título de ingeniero, lo decidiera'] al fin. Los reTira, íos reparo canciones de santa marta hoja en blanco mejor que le es posible y vuelve a comenzar el taladro. Las m6quinos se rompen nuevamente y el dinero suscrito por los accionistas se gasta ,n rE! Se le hacen canciones de santa marta hoja en blanco, se acuso al ingeniero francés de no conocer su oficio, y finalmente se invita a presentar su dimisión; en seguida se arrojan las herramientas en el a! La fortuna le sonrie y gracias a sus variados talentos, podía dormir todos los díos una siesta de muchos horos. Tomó una comprometida para gobernar su ca! Tal 'era mi anfictión. El decano de los franceses de Riohacha era don Jaime Chastaing, carpintero, ebanista por estado, pero censualista por naturaleza. Así, j qué amargura cuando se veía obligado a permanecer dos o tres días delante de su banco poro ganar con qué hacer frente a los necesidades de todo un mes! Desde entonces sus discusiones versaron solamente sobre el ser y el no ser, lo inmortalidad del alma, lo personalidad de Dios y otras cuestiones trascendentales. Fuerte con las armas que tomaba en el arsenal de los silogismos, triunfaba de todos sus adversarios, y si había algunos que se atreviesen a abordar ciertos asuntos cuyo monopolio se había reservado él, lo hacían temblando. De mar en mor, de ribera en ribera, había recorrido el mundo boja los pabellones de todos los colores, ingleses, americanos, chinos, holandeses. Se había casada en lo isla de Modagascar; después, huyendo del matrimonio como había huído del celibato, interpuso mil ochocientos leguas entre su esposa y él, con el objeto de ir a ejercer el oficio de pirata en los islas de lo Sonda. Su temeridad inaudito, su inteligencia, su instrucción sólido, fortificado aun con sus viajes y sus aventuras, su falta absoluto de conciencia le habían puesto lo fortuna en los monos cien veces, y cien veces lo había dejado escapor por su amor a lo desconocía. En fin, pud'J adquirir uno goleta en el puer. En uno noche de tempestad su goleta se habra perdido con todo el cargamento en uno de los boncos de arena que estrechan la entrado a lo laguna de Marocoibo, y él mismo escop6 o duros penas medio desnudo. Por la noche no dp,jabo de asistir 01 conciliÓb1.! Facineraso engreída por sus proezas, se parecía por el egoismo y le inclinoción al mal o un rowdy americano; pero cuando era sobrio, su espíritu, su instrucción, sus modoles servían de pasaporte o sus vicios. Wilfran Castillo, El Autor de la DecadaTodos los noches, a lo misma hora, se veía al viejO capitón, volviendo la esquinadeto cCine, opoyodo en su bastón con pui'íQ de marfil, sin fuerzos paro caminar, hacía deslizar lentamente suipies medio sumergidos en la arena y avanzaba osí como uno sombra. Cuando llegaba 01 centro del círculo, SP. RiohQcha no poseía otros representantes de lo nacionalidad francesa. El peluquero, hoy que confesarlo, es el heraldo de la civilización francesa; él hace conocer 01 extranjera nuestras maneras, nuestras modos, nuestros opiniones, a él lo toman como el tipo del francés ideol. En Riohocho me refirieron la historio, probablemente exagerada, de uno de ellos, que diciéndose canciones de santa marta hoja en blanco, se había ofrecido sin rubor o una sociedad de Antioquio poro dirigir lo explotación de unos minas de oro. Su facundia ofuscó a los accionistas que le dieron plenos poderes, creyendo haberse puesto en un excelente minero. Sin lo menqr vacilación hizo abrir conoJes, canciones de santa marta hoja en blanco exclusos, comenzar excavaciones, emprender 01 acoso grandes trabajos. Todo lo vuelve de arribo o abajo, pero con gran admiración, no logró su objeto y consumió en la empresa los ca. Al fin, tuvo que reconocer él mismo lo infructuoso de sus esfuerzos y confesó francamente el estado desesperado dp. He aprendido igualmente el oficio de peluquero. Cuando estuve en Riohocha, el italiano de lo ciudad era el genovés Canova, sobrino del gran estatuario, uno especie de Holofernes que se oía aullar de un extremq. Sucesivamente exportador de café, tabaco y cacao, plantador, banquero, expendedor de aguardiente, armador, había recorrido todo el país y su nombre era célebre en el mós insignificante cosería de lo Nuevo Granado. Santa marta - hoja en blancoEl español de Riohacha era un antiguo paje de cómara transformado en exportador de cuernos y pieles; traficante avaro, se ocupaba día y noche en verificar el balance de su fortuna. El inglés era un nijo de familia arruinado que, de desorden en desorden, de bancarrota en bancarrota, había concluido por agazaparse en Riohacha poro ocultar su vergi. Por la noche, se le veía siempre pasearse solitario por los orillas del mar: su nariz prolongado en forma de pico, sus anteojos redondos, sus faldas flotantes, sus piernas largos y. Los americanos dAI norte establecidos definitivamente en la Nueva Granada son poco numerosos; Y que fijan allí su residencia se apresuran a reclamar el título de ciudadanos granadinos. Los neogranadinos fundan todas sus esperanzas en sus hermanos los latinas de Europa 1. Se' decían franceses como todos los haitianos, respecto de los cuales pueden hocérsele a Francia. Principalmente por su mediaci6n, los diez o doce millones de negros que habitan el Nuevo Mundo, serón sometidos a la influencia de lo civilización europea. Debo a este propietario modelo una multitud de noticias sobre lo sociedad de Riohacho, el mecanismo de la administración local, la geografía de los alrededores, los indios googiros y las montañas. Cuando un neogranadino presta servicios, no pone límites a su complacencia. La ciudad de Riohacha, menos regularmente construida que la de Santa Marta, tiene la inmenso ventaja de no estor arruinado; sus calles con aceras de ladrilfo a ambos lados, aunque muy llenos de polvo y muy mal alineados, avanzan cada año mós hacia el. Iespacio de algunos meses. Cuando este foro brilló por lo primero vez, fue uno fjesto nacional: todos los riohacheros, hombres y mujeres, se transportaron al muelle poro ver brillar su luz; les pareda que no tenion COsa alguno que envidiar a los grandes ciudades del mundo. Desgraciadamente, después de ese día de triunfo, el guardión del faro ha olVidado frecuentemente su deber, y lo estrello de fuego no esparce sus rayos sobre lo ciudad sino de tiempo en tiempo. Tal vez se ha efectuado una lenta depresió. Al pie de los olturas y. El me detalló complacientemente sus esperanzas. Lo quimérica renta neta de veinte y seis mil pesos, se saldó por uno pérdida de algunos centenas de francos. Aunque la legislatura vota coda año subsidios para mejorar los caminos arenosos que se dirigen o pueblos del interior, sin embargo, no se les puede recorrer sino a pie a o caballo; no se encuentra un solo carro, ni otro vehículo del mismo género en treinta leguas a la redonda. El vice-cónsul inglés, el primer caballero de la ciudad, posee un coche que es, por decido así, el símbolo de su poder, y que los jóvenes elegantes le piden a veces para crUZar a toda rienda las plazas y las calles de Riohacha, y ocultarse en un torbellino de polvo o las miradas de los papanatas azorados. La rada de Riahacha es extrema mente rica en vida animal. Por la tarde, bandadas triangulares de aves marinas, semejantes a los batallones de un ejército, se dirigen hacia los pantanos situados 01 oeste, 01 pie de lo Sierro Nevada, y par la mañana vuelven en el mismo orden, sin alterar en nodo lo regularidad de sus viajes diurnos. Frecuentemente se ve aparecer en el agua al tiburón, en persecución de los doradas o de otros peces; pero las gentes el baño. No he oído hablar de un sola occidente: un tiburón que andaba olrededor del muelle, atrapó un día por casualidad el pie de un muchacho que se había acostado o la orilla de lo playa y que las alas bañaban Q intervalos. El terreno desnudo de tierra vegetal, deja ver por todas partes sus venas de piedra. Algunas veces el camino se engolfa en un barranco profundo, hendedura de paredes rojas V quemadas por donde descienden furiosos torrentes en la estación de íos lluvias, pero en las cuales se buscaría en vano una gota de agua durante la estación de la sequedad. En medio de estas rocas, Que reflejan los rayas del sol, respiraba un aire abrasador, el suder descendía por mi rostro en grandes gotas, la fatiga principiaba a entorpecer todos mis miembros. Los cactos que se levantaban de cada lado del sendero, como hileras de estacas de diez metros de alto, estaban muy esparcidos para dar sombra, y muy espesas para dejar pasar la brisa maritima. El sol perpendicular dejaba caer sobre mí sus fatigontes I ayos, y a cada paso hundíamos la planta en fa arena ardiente. Iegaremos al pueblo de Goira? Y ya me figuraba que a la primera vuelta del sendero, divisaría un fresco albergue rodeado de sírboles frondosos que crecian a la orillo de un arroyo; pero solamente veía los cactos levantóndose hacia el cielo cama un bosque de canciones de santa marta hoja en blanco. Repentinamente Pablo, fatigado como yo, saltó sobre la mula, picó y me dejó solo, sin otro guía que canciones de santa marta hoja en blanco condujese al pueblo que las huellas de los cascos de su bagaje. Uno hilera de mangles detenía el ligero soplo de lo brisa del mor que me había refrescado hasta allí, y vi extenderse o lo lejos ante mis ojos un llano calcinado por lo sol, y cortado por pantanos de agua estancado. Avancé con trabajo al través del agua y de las arenas abrasadoras. En fin, llegué al límite de lo selva de cpctos Y mimosas. Mi cuerpo obedeció. Cuando volví de mi aturdimiento, uno muchacha indígena estaba delante de mi y me presentaba una calabaza llena de una bebida fortificante. Esto joven era bello; sus negros ojos brillaban con tierna piedad; su encendido rostro, rodeado de largos cabellos flotantes, me parecía que estaba resplandeciente de luz; creí que tenía delante un genio bienhechor. Al verla, me sentí conmovido; mi corazón se llenó de afecto hacia esta extranjero que sonreía así a un viajero desconocido, y hasta pensé en aquel momento si no haría bien en poner término o mis viajes y edificar uno cabaña en las orillas del riachuelo de Gaira. Una hora después, llegamos a Santa Marta, en el momento en que un cañonazo anunciaba la entrada de un buque en el puerto. Sentado 01 borde de uno playa que se extiende en form. J de concha marTno, agrupa sus cosas blancas bajo el follaje de las palmeras y brilla al sol cama un cfiamonte incrustado en una esmeralda. Así la explanado parece sostenida en los brazas del gigantesco Horqueta y duicemente inciinada como un canastIllo de follaje hacia los ondas deslumbrantes de luz. El conjunto del paisaje encerrado en este recinto es de una armonía indescriptible: todo es ritmico en ese pequeño mundo, limitado hacia el continente, pero abierto del lado de las aguas infinitos; todo parece haber seguido lo misma ley de ondulaciones desde las altas montañas de cimas redondas hasta las líneas de espuma, débilmente trazadas sobre lo arena. Se mir,a se mira sin cesar, y no se sienten pasar las horas. Sobre todo en la tarde, cuando el borde inferior del sol principia a sumergirse en el mar y que el agua tranquila viene a suspirar al pie de lo ribera, lo verde explanado, los oscuros valles de la Sierra, los rosadas nubes y las lejanas cimas como salpicadas de polvo de fuego, presentan un espectóculo tan bello, que el viajero absorto parece que no tiene vida sino para ver y admirar. Los que han tenido la dicha de contemplar este grandioso paisaie jomós lo olvidan. Los casas son bajas y mol construidas p. Desde la división de lo. Delante de las casas, en el centro de la extensa curva delineada par la playa, se levantan las ruinas de un antiguo fuerte, cuyas murallas medio roidas se desmigajan piedra a piedra en las ondas invasoras. Los mujeres de la ciudad, en general con vestidos demasiado cortos, vienen allí en tropel o buscar sus provisiones del día. Nada ton pintoresco como este mercado 01 aire libre sobre muros que se desploman en los azules ondas. La playa que se extiende entre los promontorios y la ciudad, estó circundado de un lodo por el canciones de santa marta hoja en blanco, del otro por salinas algunas veces inundadas. Por la tarde sirve de paseo a la población que la recorre en todos sentidos, uno gran parte Q pie, otro q caballo y tal cue! Entonces los samarios que quedan en posesión de la ciudad, principian su siesta, o bien se sientan o los umbrales de las puertas, conversan alegremente sobre los incidentes de la mañana, mientras que las señoritas, o la extremidad de los frescos corredores, se mecen en sus hamacas suspendidas de las columnas de los patios. A medida que el calor aumento, las voces se extinguen poco a poco, los insectos mismos dejan de zumbar; se diría que lo ciudad entero reposa y languidece bajo uno atmósfera de voluptuosidad. El hombre y el frío 1 Guarapo. El total de las importaciones y exportaciones se eleva cuando mucho a quince millones de francas por año. Como todos los extranjeros canciones de santa marta hoja en blanco visitan 'a Santa Marta, me sentí embriagado desde los! Para conocer lC? En esta exp'anada afortunado y sobr! Bajo nuestros tristes climas del norte, durante la estación del invierno, muchos actos de lo vida causan un verdadero sufrimiento. Por la mañana, sobre todo, se necesita hasta energía para abandonar la cama. En el momento de despertar, estón los miembros dulcemente envueltos en cobertores como con una triple atmósfera dp. En la alcoba al contrario, todo parece contraído por el frío; cristales de hielo cubrp. Entonces que no tienen o su disposición todos los recursos del confort deben alzar repentinamente sus calientes cobertores, saltar al piso helado de la alcoba, sumergir la cabeza y las manos en agua fría: agitarse en seguida con desesperados movimientos y abandonar toda reflexión durante fa consumación de esta especie de suicidio. Los sibaritas prolongan su sueño! Ven con espanto que se aproximo el- momento de levantOise. Solamente los hombres verdaderamente valerosos se levantan con gozo, experimentan placer 01 sentir el agua helada que corre por el cuerpo y los penetrantes caricias del aire exterior que hace uno irrupción repentina por la ventano entreabierto. Este valor puede provenir también de -la necesidad, y es al agua fría, 01 soplo helado del invierno, que debe quizós atribuirse en gran porte lo constante fuerza, lo tranquilo resóiuCión de los hombres del norte. El que arrostro el frío puede también arrastrar el coñón. Los vagos oramos de los flor"s Que se entreabren vienen a inundar lo 1 Annona muricato. En medio de esto naturaleza que se despierto el la vida con tonto amor, es imposible no revivir uno mismo con todo el ardor de su ser; en lo ribera de este mor ton bello o los :orimeros rayos del sol. Al amanecer, ge"tes de o pie y de o caballo llenan los cominos Que conducen 01 pequeño río Manzanares, nombrado así por las conquistadores en memoria del riachuelo de Madrid; y codo uno escoge una ensenada sombreado poro el baño matinal. Las ciruelas de los trópicos cubren el terreno, las emanaciones de los flores entreabiertos y de las maduros canciones de santa marta hoja en blanco, se esparcen en el aire. Después de algunos minutos de este baño delicioso y vivificador, se sube la ribera y en seguida las gentes se dispersan 01 ocaso de los huertos vecinos. Así se pasan los primeras horas de lo moñona en Santo Marta. Uno gran parte del día se 'emplea en dormir la siesta, al menos los hombres 1porque las mujeres, activas en todos los países del mundo, 1 Ha obstante el respeto que por su gran i1ustraciÓI1,sus vastos te. U'10 excurs'ó. La ceso llJe había tomcdo en arrendamiento por lo módicQ sumo de veinte francos por mes era e'pac;o'a, bie. Extraniero c1esemborcac1aopenos. Algunos jóvene". Una ""O que desde luego me llamó lo atención. Siemored;cho50S y alegres no hacen consistir su glorio suprema en rcore5cntar el papel de héroes ridículos; viven joviolmente. Se expresan con elegante facilidad V se e! Ade,-nos de! Avióos ti", conccr todo lo que pertenece al extraniero, adquieren cierto educación superficial que les. En Luisiana, un director frances. En la Nuevo Granado. Basta mostrarles confianza poro que inmediatamente froten de justHicarlo por su actividad. Los cualidades de los criollos granadinos son numerosas: si',Slilles puede. Era un mulato de diez y ocho años apenas, y había tenido tiempo de adquirir una instrucción sólida. Esta conquista canciones de santa marta hoja en blanco alga de heroica; es sin duda, la mós digna del hombre, pero es solitaria, por decirlo así, y no presta su poesía a nada de lo que le rodee. Los almas vibran de concierto con la gran alma de Id tierra. Los ministriles tocan con una especie de furia sus destemplados ritornelos, recostpdos en muebles forrados en zaraza, y no descansan sino de hora en hora para apurar de 'prisa un. Entro el que quiere, sea para bailar, sea para tomar de los refrescos que circulan a expensas del dueño de la caso y de sus. Se distinguió por su indo. J: proteger lo retirado del ejérclto. Jches de eS! Js Aueve cl1os. EI cielo cuvos estrellas brillan con una c1aridad cuatro veces mayor que en la zona tempi ada t 1 esrc casi siempre sin nubes, y se puede contemplar en toda su extension el flamigero area dela via locteo. La luz zodiacal, que muchos cstronornos americanos pretenden ser un anillo semejante 01 de Saturno, redondea su. A cada instante estrellas errantes mucho mas canciones de santa marta hoja en blanco en apariencia que las de n. Esta circunstancia y el numero y volumen de las estrelias errantes, me parece que dan un gran peso a la opinion de los sabios, que no ven en estos meteoros otro coso. En efecto, en ninguna parte fe,rmenta tantas materias corrompibles como en las lagunas de las selvas troplcates, y los gases que de elias se levantan pueden formar sin duda alguna, verdaderas nubes en las regiones superiores de la atmosfera. Otra coso contribuye tcmblen a aumentar la influencia casi embriaglildora de las naches troplccles en el organismo: los perfumes de los "'. Las flores de cado especle se abren unas despulis' de otras, y derroman en el aire el olor especial que las distingue. Imitando o L!! Spyx y Mortlys, los. Dirigí mi primero correría hacia el promontorio que cierra del lado del norte los salinas y el puerta de Santa Marta, cuyos escarpadas cimas dominan canciones de santa marta hoja en blanco los ondas. Gracias a uno estrecho barranca abierto por las aguas de los lluvias en les rocos de pizarra, pude subir, no sin trabajo, hasta el punto culminante de ia colina. El viento se hace sentir siempó6 cen une fu",r. Este trabajo, que, poro sC! Este fue un golpe de teatro;- los mastines se detuvieron moviendo la cola en señal de afecto, y se echaran a mis pies. Este cambio repentino equivalió para mí, lo confieso, a lo lectura de un largo artículo de historia o de filosofía. Media hora después llegué al fuerte de San Carlos, cuyos bastiones se levantan sobre la roca al través de la playa. Para subir por en medio de las piedras que ceden al poner el pie en ellas, corriendo o cada instante el riesgo de perder el equilibrio, es necesario colocarlo con la mayor prudencia entre las espinos e introducir delicadamente el cuerpo por debajo de los troncos y de las ramas de los cactos entrelazados. A fin de conocer mejor el aspecto general de estas montaños en Que deseaba establecerme, y familiarizarme al mismo tiempo con los peligros Que presentan, resolví internarme en la montaña 1y subir tanto cuanto me fuese posible por los floncos de lo Horqueta. Todos aquellos a Canciones de santa marta hoja en blanco pedía algunos dotas sobre esta montaña, procuraban amedrentarme con la descripción de una multitud de peligros imaginarios: uno me habló de serpientes y tigres; un indio, fuerte en aritmética, pretendió' persuadirme de que había una treintena de estos animales, catorce machos y diez y seis hembras, correteando por los pendientes de ta Horqueta. Otro me aseguró Que existía en los vallcs superiores una tribu de salvajes Que tenían la costumbre de asesinar o ios extranjeros por medio de flechas untados del veneno del curare. El que salvaba ia primera garganta, me deda él, debe desafiar torrentes de lluvia Que descienden del cielo como verdaderos cataratas. Yo temía poco los sortilegios; pero en lo ausencia de guías no podía pretender descubrir sola los desfiladeros practicables y los senderos abiertos por el tapir al través de los montes y de los malezas. En Santa Marta, ni un solo canciones de santa marta hoja en blanco, blanco, nogro o zambo, había penetrado en lo sierra hasta la base de lo Horqueta. Cuarenta días antes de mi llegado, una docena de hombres abastecidos de provisiones y armas, ha 1 Selva virgen. En casi todas las antiguas cartas francesas de la América, "montaña" ha sido traducida erróneamente "montagne". Presumo que este gran viajero designó así a la Horqueta. Pregunté sencillamente dónde estaba situado Banda, pero se me miró can aire de admiración. Doblemente admirado de esta aserción contradictoria que negaba la existencia de habitantes en las pueblos de la Sierra y afirmaba al misma tiempo que los chinos estaban establecidos en. Este nombre, como el de indio, evidentemente impuesto o los indígenas de la América par los primeras conquistadores, es una nueva prueba de que los españoles estaban firmemente persuadidos de que habían descubierto las costas orientales del Asia. Cristóbal Colón creía que las costas de Veraguas, cerca de Portabelo, estaban a nueve jornadas de marcho de la embocadura del Ganges. En el embc:razo de la decisión, se les dieron ambos nombres: el uno ha sido adoptado en Euro:. Por largo tiempo las castellanos rehusaron el título de hombres o los indígenas y los trotaron como bestias. Poco a poco los negros y mulatos, con su presunción natural y la potencia de similación que los distingue, han formada resueltamente entre la gente. Jésima "art: d:- la población granadino. El deseo de ver esos chinos no podía menos que aumentar mi ardor poro realizar lo excursión a La Horqueta. Mi amigo Ramón Díoz ofreció acompoñorme hasta Momotoco, pueblo de indios situado o una legua de Santa Marta, sobre la ribera izquierda del Manzonores. Por allí, durante las fuertes crecientes, el Manzanares derrama sus aguas y amenaza a ie dudorl de Santo Morta. En cade una de estos inundaciones, arrastra consigo enormes cantidades de arena Cl. Mós olió del río, que se atraviesa a vado, el camino es excelente, y se! Verdadero caballero me mostro y puso o mi disposición sus herramientas, sus instrumentos y hasta sus vestidos; pero olvidó presentarme a su mujer, india despavorida, cuya desordenado cabellera flotaba al viento como los crines de un caballo. Ante los extranjeros lo muier del piel-roja de la Sierra, es siempre una esclava mudo. Los piratas bretones nanteses que antes espumaban el mor' de las Antillas y que dejaron tan sangrientos recuerdos en las costas de Colombia y en lo Améria central, solamente atentaban contra las fragatas, las plantaciones, los ciudades españolas, y en sus expediciones tomaban frecuentemtnte a los indios por compañeros en los asesinatos y el incendio. De aquí sin duda, p. A pesar mío, vine al cabo de muchos años o tener alguna solidaridad con los antiguos piratas de lo isla de la Tortuga. Así como los otros tribus de la Sierra Nevado de Santo Marta, todos conocidas con los nombres de sus pueblos, Gaira, MamatDco, Mosinga, Tagango, lo tribu de los bondas desciende del antiguo pueblo de los Toironos, quienes, o la llegado de los español. Sin embargo los indios, atacados nuevamente, cedieron al fin ante canciones de santa marta hoja en blanco disciplina y las armas dp. No han entrado aun en la corriente de la vida civilizada, como sus hermanas de los Estados de Santander y Boyacó, y sin embargO no viven ya en su fiero y salvaje libertad antigua. No hablan siquiera lo lengua de sus padres, y desde la guerra de la independencia, que los transformó en soldados 'J ciudadanos, han perdido el sentimiento de la patrio loco! Joro adherirse a lo gran patrio granadina. Los caciques de los indios de la Sierra han tenido siempre uno autoridad libremente consentida por los miembros de la tribu; pero antes podían juzgar todas las causas y pronunciar todas los sentencias de uno manera absoluta y sin apelación. Hoy las caciques no son en realidad sino simples jueces de paz, y todos los negocios importantes deben pasarse al tribunal de Santo Marta. Si él hubiese sido juzgado en su tribu, no habría sido conde. Cada pueblo tiene su moral: a los ojos de los otros bandos, Zamba wlomente había cometido una falta, y cuando volvió del presidio, no había perdido nada en lo estimación de sus compañeros. A pesar de las apariencias, fa religión de los indios de la Sierra, difiere igualmente de la de los samarios. Es verdad que ya no adoran el Sol: en general, tienen también en su coboño uno pequeño imagen de la Virgen, fija a una vigueta con un alfiler o con un clavo; pero esta imagen no bosta paro hocerlos católicos. Esta doble cima, es lo grande, la temible diosa de todas las tribus que viven a su sombra; es ella la q'ue arranco las nubes al cielo paro cañirse lo frente, es eHo' la que vierte los torrentes en sus gargantas y sus valles, ella la que bramo con lo voz d2 los tempestades; lo explanada que se extiende a sus pies es fertilizada por sus lluvias y sus arroyos. Después de su vuelta del presidio, Zambo Simonguama había tenido tiempo paro hacerse industrial y montar un pequeño trapiche. Duronte los pocos instantes de repaso que me dejaba su solícita hospitalidad, troté de examinar en detal todos sus aparejos de fabricación. Esto marmita, sostenida por algunos ladrillos, descansa en uno hornilla cavada en. En todas los veinte y cuatro horas se vacía lo miel de la marmita en una cubeta choto, en lo cual se condenso lentamente; en seguida se carta en ponelas, pequeños panes rectan 1 Nombre de las cuatro calderas por las cuales debe pasar el jug'3 de la coña sucesivamente antes de sacar el aguardiente. C;ucede frecuentemente que los ind. Mis gracias expiraron en los labios, y fue con verdadero horror que solté sobre mi lecho. Aquello noche fue poro mí muy poco agradable, lo confieso, pues me parecía o coda instante que otro escorpión iba a enterrar un dardo en mis cornes. Ofreció 01 mismo tiempo conducirme hasta Mosingo, pueblo situado en lo cima de un terraplén muy elevado, desde donde se disfruta de uno vista admirable sobre el mar y la explanada de Santo Marta. En efecto, apenas dirigí mi petición 01 caporal o cacique de los indios de Masinga, cuando éste me presentó un joven que, decía él, podía lJevarme por todas portes del mundo. Me apresuré o orreglarme con este guía incomparable y partimos inmediatamente. El guío que hasta allí había marchado con poso firme, daba señales de inquietud; había llegado evidentemente al límite de ese mundo que conocía ton bien, y llegó mi vez de conducírlo a él. Sus bordes estaban sómbreados por una vegetación de tal manera embrollada, que para avanzar era mós f6ci deslizarnos de rama en rama como monos, que arrastrarnos por el suelo. Al mismo tiempo se formaba uno tempestad amenazadora sobre nuestras cabezas. Toi comO 56 ma hebía predicho en Santa Marta, los sortilegios del diablo obtuvieron lo victoria. En pocos segundos, el ojo picado estaba enteramente cerrado, y el otro no dejaba pasar lo luz sino o través de una abertura estrecha. Apenas veía, y me dejé deslizar trabajosamente de piedra en piedra, cuando de repente me encontré sumergido en el agua hasta medio cuerpo, en el fondo de un pequeño pozo cavado en lo roca al lado dGluno cascada bramadara. Mi huésped me puso inmediatamente una compresa 1 Montecillo de rocas, desnudo de toda veget'oción por la intelll- perie. En pocos minutos me sentl completamente curado. Yo no podIo pensar en uno asocioción con estOs agricultores, bravos gentes que viven sin ninguna preocupación par el porvenir, y pasan su vida, demasiado perezoso por otro porte, en disputas con motivo de os conductos de irrigación, frecuentemente estancados en provecho de uno solo. El agua, este elemento tan necesario paro las plantas, corre murmurando por pequeños acueductos distribuidos a lo largo de los canales de servicio; órboles gigantescos arraigados 01 borde del río balancean sus hojas, de un verde oscuro, por encima de los vastos campos de caño; en el huartc de donde se escapan aromas que pudieran llamarse irritantes, se ven innumerables arbustos cubiertos de flores que se abren extendidos o chorreon en forma de cascada sobre las romas inclinodas; por todos portes lo naturalezo, como madre generoso, do productos magníficos' sin mayor trabajo. La hoc1enda controsta con lo exuberante vegetación quel". Los edificios de explotación se encuentran en mal estado; los pdtios estan desempe. Fue en San Pedro. Canciones de santa marta hoja en blanco, llamado así por una tribu de indios que en otro tiempo habitó esto pdrte de lo Sierra, es uno de los m6s antiguos plantaciones de café del Nuevo M1. Cuando uno se inclina sobre el estrecho sendero en que est6 como suspendido poro miror el fondo del valle, solamente diviso un abismo de follaje, una mezclo inextricable de troncos, bejucos y hojQs. Hubo un momento en que no pude darme cuenta del paisaje que me rodeaba: me parecía a las veces que cruzaba por un puente de verdura echado sobre un torrente, cuya agua escuchaba mugir a una gran profundidad; pero los órboles que se levantaban a la derecha e izquierda tenían tantas guirnaldas de parósitas en flor, las entradas del puente estaban obstruidas de tal manera por los grandes arbustos entrelazados, que no pude saber si era debido al trabajo del hombre, o si era un arco abierto en los rocas por el torrente. Hoy de los indios mincas solamente queda el nombre y este camina monumental, 01 iodo del cual los españoles trazaron su sendero cortado por barrancos, De la cima de una roca escarpado que atraviesa el camino, se descubre repentinamente la plantación de Minca, extensa clara que la selva circunda por todas partes con sus toldos de verdura. Hay un puente sobre el torrente de Gaira y en seguida una calle de naranjos conduce a la habitación principal, situada a seiscientos metros de elevación, a media pendiente de un contrafuerte de la Horqueta, que domino una garganta inculta que se redondea canciones de santa marta hoja en blanco semicírculo 01 pie de la montaña. Cuando me presenté en persono al copotn FortunCJto, el valiente hombre se aferró verciaderomente por 'mi llegado inesperada, y con gran trab.! SantamartaOrdinariamente los visitadores llevan los viveres paro no verse reducidos Q tomar por todo alimento algunas tazas de café t 1. Daban su trabajo diario casi gratuitamente, Y estuViera o no presente el dueño, na dejaba de. Cuando fue devuelta la libertad O los esclavos, IClS lrnosculdoron de no cafl1biar nado en su sistema de agricultura, y siguieron eScrupulosamente sl. Jugar de transportarse o sus propiedades, de supervigilor ellos mismos el trabajo, descorgaron en un copataz el trabajo de buscor peones, de arreg. En un país canciones de santa marta hoja en blanco la Nueva Granada, donde cada hombre libre puede tener un dominio, donde las exigencias de la vido material reducidas c. Estos italianos pason en el far aiellte m6s absoluto los tres meses de su compromiso, V. Allí se han entregado al cultivo del tabaco y de los órboles frutales cerco de cien familias europeas en el espacio de C1latro o cinco años; y bajo el solo impulso del trabajo libre, este punto ho venido o ser el centro agrícola mós importante de las costas de lo Nueva Granada. En uno hamoco suspendida de largos cuerdas o las soleros del techo, se balanceaba un anciano de severa fisonomía, leyendo tranquilamente un periódico. Demasiado político para preguntarme el objeto de mi paseo, se apresuró a prevenir mi curiosidad refiriéndome cómo había venido a establecerse en un rancho perdido en medio de los selvas. Habiendo heredado hacía algunos meses apenas, un territorio de muchos leguas cuadradas, el señor Collantes, inspirado repentinamente, había tomado lo resolución, bien extraña a los ojos de sus amigos, de ir o cultivar uno parte de su vasto dominio. Dos o tres dios bastaron paro que el rancho se levantara en medio de las cenizas; la hamoca fue suspendida en él; y Collantes se insfaló allí como en un trono. Comía con sus peones, bebía con eU! Verdadero filósofo el anciano, no pedía mós para ser dichoso. Podía elegir lo vio de tierra o lo de mor: lo primero me parecía in11 Rozo. En lo Nuevo Gronodo lIomon osí o 1 Cuotro reoles. Ademós lo marcho habria sido horriblemente penoso. Frecuentemente hoy que elegir el momento preciso en que lo se retiro poro canciones de santa marta hoja en blanco en el agua hasta medio cuerpo y rodear así lo extremidad de un promontorio. Si se vacilo un solo instante, lo ola vuelve remolineando por encima del viajero y lo arrojo en medio de los piedras esparcidos o lo gopea contra el barranco. Veinte ríos desembocan en el mor entre Santo Marta y Riohacha. En tiempo de sequedad, lo mayor porte derraman sus aguas en lagunas pontonosos separados del mor par un cordón litoral; pero durante lo estación de los lluvias, se obren o través de los arenas numerosos bocas siempre cambiantes, y algunos veces los carreístos en su marcho de tres días, tienen que atravesar mós de cien brazos de agua corriente. Cuando estos ríos son muy profundos, se puede seguir lo borro marcado por lo línea blanco de los oojos; pero marchando sobre lo arena que cede con los pisadas, es necesario no olvidar que es preciso dar mochetozos o diestro y siniestro poro espontor los monstruos, cocodrilos y tiburones, que pueden encontrarse o los imediaciones. Si el agua estó muy profundo o canciones de santa marta hoja en blanco corriente muy rópido poro poder posar o vado, uno se amarro sólidamente debajo de los brazos dos vejigas o bolsos, poro conservar lo cabezo y el pecho fuero del agua, y, sable en mono, se atravieso así lo embocadura. Son siempre tres, con el objeto de poder intimidar o los jaguares; el uno conduce o lo espalda lo valija de lo correspondencia; el segundo va encargado del soco de provisiones y el tercero se le confíon los armas y los vejigas. Codo viaje es remunerado con veinte franlOos poco mós o menos. Durante toda la travesía, esta nube movible nos quitó lo visto del panorama de los cerros, Y pora abreviar los horas, me vi obligado' o recurrir a mi pequeño biblioteco. Cuól no fue mi sorpresa cuando al dÍlrir mis libros, 01 parecer intactos, los encontré casi sin fajas como cajas cuyo contenido se hubiera v lciado. Riohacha, 01 contrario, es uno ciudad distinta, y lós objetos de estudio se presenton allí en tropel. Puesto ayom:ado de la civilización granadino; estó seporada de ias tribus sal. Antes de despedirse de mí, el capitón de La Margarita me instó vivamente poro que diera lo preferencia a la posado el Palacio verde. Yo estaba yo acostumbrado a los exageraciones de lenguaje; el pomposo nombre canciones de santa marta hoja en blanco Palacio Verde me hizo suponer balcones elegantes, grandes arcadas mariscos, espesos bosques de palmeras y fuentes de aguas murmuradoros en medio de los flores. Llegué pronto al lugar designado, miré cuanto me fue posible, y solamente vi una sencillo casita boja con cinco o seis ventanas de hojas verdes que le habían valido sin dudo el sonoro nombre con Que lo había bautizado el propietario. El Palacio Verde servía alternativamente de colegio y de albergue; cuando yo me presenté, estaba ocupado por una quincena de muchachos que, boja el pretexto de aprender o leer, retozaban alrededor de las mesas y se subían sobre los bancos. Desplegó para recihirme maneras parisienses que contrastaban singularmente con su troje, y me presentó, uno tras otra, o los miembros de la sociedad, todos compatriotas: era uno verdadero colonia de franceses llevados por la casualidad a esa playa lejana. Yo era allí, en aquet momento, un representante de la patria, y como tal, no me pertenecía ya Q mí mismo; hablo posado o ser lo propiedad de mis nuevos conocidos, Que habian adquirido el derecho de obrumarme o preguntas. No sucede lo mismo con el inglés: éste es m6s exclusivo en 'su patriotismo; él es para sí mismo SU propio pals y puede pasarse sin hermanos. En cuanto a los alemanes emigrados, la mayor parte de entre ellos se despojan de su nacionalidad como de un vestido, y a veces afectan despreciarse mutuamente en presencio del extranjero. El circulo francés de Riohacha se reunía todas los noches en lo puerta de la casa del ingeniero Rameau, o en el patio de lo del vice-cónsul. Mi huésped el ingeniero, o para hablar m6s modestamente el albéitar Rameau, era todavía el hijo de París, y su carócter no hobla cambiado nado después de su llegada a Riohacha. Cuando dejó la escuela resolvió casarse, y haclo algunos meses que lo había verificado, cuando en un café se encontr6 con canciones de santa marta hoja en blanco alegre negociante del Havre encargado por sus corresponsales de Riohacha, de remitirles por el próximo correo un ingeniero que supiera hacer un pozo artesiono. El negociante le propuso el negocio a Rameau, El joven marido vaciló 01 principio; pero lo tríplll perspectiva de visitor el Nuevo Mundo a costo f1e uno compañía, de ganar una suma considerable y de merecer el título de ingeniero, lo decidiera'] al fin. Los reTira, íos reparo to mejor que le es posible y vuelve a comenzar el taladro. Las m6quinos se rompen nuevamente y el dinero suscrito por los accionistas se gasta ,n rE! Se le hacen recriminaciones, se acuso al ingeniero francés de no conocer su oficio, y finalmente se invita a presentar su dimisión; en seguida se arrojan las herramientas en el a! La fortuna le sonrie y gracias canciones de santa marta hoja en blanco sus variados talentos, podía dormir todos los díos una siesta de muchos horos. Tomó una comprometida para gobernar su ca! Tal 'era mi anfictión. El decano de los franceses de Riohacha era don Jaime Chastaing, carpintero, ebanista por estado, pero censualista por naturaleza. Así, j qué amargura cuando se veía obligado a permanecer dos o tres días delante de su banco poro ganar con qué hacer frente a los necesidades de todo un mes! Desde entonces sus discusiones versaron solamente sobre el ser y el no ser, lo inmortalidad del alma, lo personalidad de Dios y otras cuestiones trascendentales. Fuerte con las armas que tomaba en el arsenal de los silogismos, triunfaba de todos sus adversarios, y si había algunos que se atreviesen a abordar ciertos asuntos cuyo monopolio se había reservado él, lo hacían temblando. De mar en mor, de ribera en ribera, había recorrido el mundo boja los pabellones de todos los colores, ingleses, americanos, chinos, holandeses. Se había casada en lo isla de Modagascar; después, huyendo del matrimonio como había huído del celibato, interpuso mil ochocientos leguas entre su esposa y él, con el objeto de ir a ejercer el oficio de pirata en los islas de lo Canciones de santa marta hoja en blanco. Su temeridad inaudito, su inteligencia, su instrucción sólido, fortificado aun con sus viajes y sus aventuras, su falta absoluto de conciencia le habían puesto lo fortuna en los monos cien veces, y cien veces lo había dejado escapor por su amor a lo desconocía. En fin, pud'J adquirir uno goleta en el puer. En uno noche de tempestad su goleta se habra perdido con todo el cargamento en uno de los boncos de arena que estrechan la entrado a lo laguna de Marocoibo, y él mismo escop6 o duros penas medio desnudo. Por la noche no dp,jabo de asistir 01 conciliÓb1.! Facineraso engreída por sus proezas, se parecía por el egoismo y le inclinoción al mal o un rowdy americano; pero cuando era sobrio, su espíritu, su instrucción, sus modoles servían de pasaporte o sus vicios. Todos los noches, a lo misma hora, se veía al viejO capitón, volviendo la esquinadeto cCine, opoyodo en su bastón con pui'íQ de marfil, sin fuerzos paro caminar, hacía deslizar lentamente suipies medio sumergidos en la arena y avanzaba osí como uno sombra. Cuando llegaba 01 centro del círculo, SP. RiohQcha no poseía otros representantes de lo nacionalidad francesa. Tributos Contratación administrativa Cartografía Competencias de Juego. Sede electrónica Ayudas, subvenciones y becas Autorizaciones, licencias, permisos y carnés Inscripción en Registros Buzón de notificaciones. Ventanilla del ciudadano. Cita previa con su Centro de Salud Comedores escolares Servicios de valoración de bienes.
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